miércoles, 16 de septiembre de 2009

Una voz.


Caminaba por la calle, solo buscando un lugar donde pudiera dejar su dolor. Su unico acompañante era su sombra. Una sombra que reflejaba a una muchacha de aproximadamente veinticinco años, con un abrigo bastante anticuado para su edad, no era ni alta ni baja, una altura perfecta para su edad... lloraba desconsoladamente, y las calles se transformaban en largos desiertos donde no habia nadie a medida que ella pasaba. Cruzaba sin mirar, sin saber a donde ir, solo mirando hacia el horizonte de un pasillo sin fin. No encontraba alguien que la ayude, no podia ver y entender porque nadie se daba cuenta de que necesitaba algo, compañia aunque sea. Pasaban los minutos pero para ella eran eternas horas donde caminaba sin parar, seguia sola y sin rumbo. Algo hizo que se detuviera, la hizo volver a la realidad, hizo que dejara de derramar lagrimas sin sentido, un algo que no podia llegar a ver, solo podia, quizas, adivinar que era, porque le ardian los ojos y su vision era borrosa. Una voz fue lo que escucho, no le era familiar, una voz de un hombre,
grave pero agradable a la vez. La invitaba a dejar de lamentarse. No podia verle su cara, porque era muy alto y sentia que sus ojos estaban prendidos fuego por causa del largo y desconsolado llanto, que le provocaba tanto ardor. Él pregunto si necesitaba compañia o algo que la ayudara a poner fin a su lamento. Ella no entendia porque alguien se fijaria en ella, porque tenia que compartir su pena con un desconocido, no comprendia, pero acepto su compañia.

A medida que pasaba la oscura noche, se fueron adentrando en un lugar que ella no creia conocer, era extraño porque habia un silencio eterno, solo se escuchaba el pisar de ellos dos, nada ni nadie les podia negar la entrada alli. Encontraron un lugar para descansar y hablar durante largo tiempo. Ella se dio cuenta que habia contado mucho de su vida pero de él no habia escuchado nada. Él sabia que ella se llamaba Alice, pero ella no sabia siquiera el nombre de su acompañante. A ella no le importo.

La noche pasaba y cada vez era mas tarde. Un silencio incomodo interrumpio la conversacion, cuando él violentamente sujeto sus manos y sin ningun motivo comenzo a aprovecharse de la inocencia de ella, arrancandole el abrigo y rompiendo la blusa que llevaba esa noche, nada ni nadie pudo detenerlo. Los gritos de Alice eran como suaves susurros, no podia gritar, no podia escapar, trato de soltarse pero no pudo. Lentamente ella se fue rindiendo a la fuerza que ejercia sobre ella el cuerpo del desconocido, cuya voz la domino desde el primer instante. Los gritos de ira y terror desaparecieron en cuestion de minutos, dejando que el silencio reine de nuevo.

Su delicado cuerpo fue puesto en un arbusto de rosas blancas, que con el roce de su cuerpo sin vida, se marchitaron. La muerte la habia encontrado a Alice, no mas lamentos para ella. Una ultima lagrima recorrio su palido rostro, ya sin vida.


Perdon por no haber subido seguido, no sabia que escribir. este cuento lo escribi esta mañana.. Ro Bressi